Más cerca(dos) que lejos es una puesta en escena que parte de la lectura de un ensayo de Antonio Gómez Ramos titulado Sí mismo como nadie, que nos conmovió profundamente. En él encontramos una perfecta reflexión filosófica sobre el tema objeto de nuestra performance y que, más o menos, puede resumirse así. Por una parte, están y son los yoes y los tues y, por otra, no están ni son los ellos, los nadies. Cuando el yo y el tú se encuentran cara a cara se reconocen, lo cual quiere decir que consiguen la categoría de sujetos. Pero este conjunto de primeras y segundas personas, los nosotros, siempre se ha construido sobre una nuda vida ajena al reconocimiento que subjetiva, de la que, en principio, forman parte los animales. Es la zoé y, con ella, la bios establece una relación para la producción y la reproducción, es decir, para el mantenimiento de la vida de los sujetos. Pero las sociedades occidentales, a lo largo de la historia, han confinado a zoé no solo a los animales, sino también a los que no tienen una vida que pueda ser biografiada, que no tienen voz, que no pueden llegar a ser miembros de una comunidad, como a las mujeres, cuando se las relega a “nada más que un cuerpo” o a su ámbito doméstico, y a los inmigrantes, los excluidos, los desubjetivados, que no son reconocidos como un yo ni se presentan como un tú, ni primera ni segunda persona, sino tercera, los ellos, los nadies, que son para el primer mundo como un perro enfermo o a una vaca que se dirige al matadero. Esta es la relación entre los habitantes del primer mundo y la multitud de refugiados que aspiran a entrar en él: como los animales, son meros cuerpos vivientes y, como ellos, viajan, poniendo en peligro su vida, en las tripas de camiones cuyas provisiones abastecerán los exquisitos paladares de esos habitantes.
Más cerca(dos) que lejos es una pieza de teatro posdramático que pusimos en escena en las Jornadas de Teatro y Transformación Social celebradas en la RESAD los días 9 y 10 de mayo de 2016 y que forma parte de un proyecto en construcción sobre las identidades o formas diversas de la subjetividad en su relación con los demás, en contacto y en conflicto con los otros. Una de estas formas es la que se da al margen de lo social y de lo político y, por lo tanto, de lo humano, en la condición de nuda vida, esa que viven millones de refugiados que están a disposición de la voluntad ajena y que no pueden hacer valer su yo. A partir del testimonio recogido por la BBC de un inmigrante que intentó llegar a Gran Bretaña dentro de un camión cargado de chocolate caliente, hemos construido una metáfora-performance en tres partes: en la primera, un espectador da lectura al testimonio; en la segunda, una versión del texto Y los peces salieron a combatir contra los hombres, de Angelica Lidell, se muestra a una pareja heterosexual burguesa que cocina y degusta una tarta de chocolate, abastecido por el camión cisterna en el que viajan los inmigrantes, mientras, llevados por su ansia de preservar su forma de vida y surtidos de un desmesurado narcisismo y miedo al contagio, se erigen en únicos habitantes legítimos del primer mundo negándoles la entrada; en la tercera y última, una composición de danza-teatro, la inmigrante resurge intentando vanamente resistir la viscosidad del chocolate como metáfora de los obstáculos que se ponen a la acogida de refugidos en Europa. Aun sin voz, ni lenguaje, ese cuerpo marginal que baila, que intenta sobrevivir, que resiste precariamente, sucio y retorcido, está vivo, sufre y goza, como nosotros, y consigue que nos invada un sentimiento por la vida misma que nos hace reconocer lo impersonal, saber de la existencia de los excluidos, percibir la injusticia y vislumbrar la contingencia de nuestra propia posición. Así, cuando llega el momento del reparto de bombones, los espectadores, aquejados de empatía, son incapaces de saborearlos. Esta metáfora ha conseguido que superemos el impacto de las diferencias entre los nosotros y los ellos al percibir el aspecto en el que todos somos iguales y que neutraliza lo que nos distingue: la pulsión de lo vivo, lo que hace que los ellos, en cuanto vivientes, pueden llegar a ser, es decir, reconocidos sin necesidad de tenerlos enfrente como a un tú, sino al lado de, junto a. Solo los ciegos o los crueles podrían ignorarlos.
Intérpretes: Ada Fernández, Esther Isla y Óscar Nieto.
Creación y dirección: Agustina Aragón, Josete Corral, Álvaro Manzano, Marlene Michaelis, Antonio Morales y Alberto Trijueque.